Voy a morir
se dictó la sentencia
hace milenios.
Tu sonrisa
condesciende a tu entrega
hasta lo irónico.
La soledad
tiene todo espacio y tiempo
es infinita.
Brilla el sudor
sobre la mano inerte
bañando la hoz.
Ese alarido
es tan desesperado
que es indistinto.
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